cosmopolitismo

Cosmopolitismo

El término cosmopolita está estrechamente asociado con la filosofía y con el acontecer diario del mundo moderno, así como con aquella máxima griega en los tiempos del filósofo Diógenes «El Cínico», quien decía que eran un «ciudadano del mundo» cuando se le preguntaba acerca de su procedencia.

Sobre la raíz etimológica de la palabra cosmopolitismo, proviene del antiguo griego κοσμοπολίτης o kosmopolitês, formado a partir de «κόσμος», kosmos, es decir, «mundo», «universo», o «cosmos», y πολίτης, «politês», es decir, «ciudadano» o «[uno] de una ciudad».

En la actualidad, el uso contemporáneo en la sociedad moderna define el cosmopolitismo como «ciudadano del mundo».​

Sobre una definición o concepto, se puede decir que una comunidad cosmopolita está basada en una moral inclusiva, con relaciones económicas compartidas o una estructura política que abarque a diferentes naciones, los cuales forman entre sí una relación de respeto mutuo.

Incluso algunas ciudades y regiones, tanto del pasado como del presente han sido identificadas como «cosmopolitas», aunque eso necesariamente no significa que todos o la mayoría de sus habitantes hayan estado de acuerdo con la descripción anterior.

No obstante, un país, ciudad o región se pueden denominar «cosmopolitas» sencillamente porque grupos de personas de distintos orígenes étnicos, culturales y religiosos en diferentes continentes interactúan entre sí, estableciendo una relación que los hagan estrechar sus vínculos y coincidencias en áreas de importancia.

En ese orden, el cosmopolitismo apunta además a establecer una cosmópolis o un «estado mundial» que reuniría a todos los seres humanos, o mejor dicho en otros términos representa la armonía y la paz entre los países del mundo, fundamentados en elementos para la sana convivencia como la interdependencia y la tolerancia.

De igual forma, el cosmopolitismo puede asociarse a lo que hoy es uno de los temas que copan la escena mundial, ya que en la sociedad moderna se habla de globalización y un nuevo orden dominado por una élite que tendrá bajo su responsabilidad gobernar y traer la tan anhelada paz que los seres humanos esperan al día de hoy.

También los grandes hombres de la Biblia como el apóstol Pablo exhortaba a la unión de los creyentes cristianos desde el momento en que se arrepentían de sus pecados. Para él, así como para otros profetas y hombres de las sagradas escrituras esa práctica era una realidad, ya que para Dios no hay acepción de personas.

Al mismo tiempo, algunos filósofos y eruditos aseguran que las condiciones objetivas y subjetivas que surgen en este momento histórico único que vive hoy la humanidad, daría pie a una civilización emergente, que sería capaz de hacer surgir una nueva identidad cosmopolita para la formación de un movimiento ciudadano mundial.

Este movimiento tomaría en cuenta no solo a los organismos multilaterales como Naciones Unidas, Banco Mundial, FMI, OTAN, OMS, etc., sino también a otros entes que consideren los aspectos culturales, sociales, religiosos y de otra índole de vital importancia para el establecimiento de esa sociedad cosmopolita.

Para estudiar más a profundidad al cosmopolitismo, se remonta al padre fundador de la escuela cínica en la antigua Grecia, el filósofo Diógenes de Sinope (412 aC), en la cual se ubica la base más amplia de la identidad social, es decir la relación ciudad-estado individual o los griegos (también llamados helenos).

Más tarde fueron los estoicos, quienes tomaron el ideal de Diógenes basados en el modelo de identidad de Hierocles que entremezcla a la familia cercana, extensa, el grupo local, ciudadanos, compatriotas y humanidad en general.

En su ensayo ‘Sobre la paz perpetua’, elaborado en 1795 por Immanuel Kant, este escenifica un ius cosmopoliticum (ley/derecho cosmopolita) como principio para proteger a las personas de guerras o conflictos armados, fundamentando este derecho cosmopolita en el principio de la hospitalidad universal.

Adicionalmente otros filósofos como Emmanuel Levinas y Jacques Derrida, quienes fueron los autores de los fundamentos teóricos sobre sobre la ética y la hospitalidad, respectivamente, proporcionaron un marco para las relaciones entre las personas en su cotidianidad, aparte de crear leyes o códigos escritos que los protegieran.

Otro concepto

Otro tipo de definición o acepción de cosmopolitismo está representado en la teoría burguesa que exhorta a renunciar a los sentimientos patrióticos, a la cultura y a las tradiciones nacionales en nombre de la “unidad del género humano”.

En tal sentido, rechazan al cosmopolitismo y a sus ideólogos burgueses, que sostienen la tesis de crear un gobierno para todo el mundo, ya que aseguran que esto debilita la lucha de los pueblos por su independencia y su soberanía.

En tal sentido, afirman que el cosmopolitismo es incompatible con el proletariado internacionalista, que armoniza con los trabajadores de todo el mundo, a quienes les inculcan el amor por la patria, la solidaridad, el espíritu de unidad y patriotismo, en contraposición a la tesis de dominación que encarna el imperialismo mundial.

En diferentes siglos se escribieron libros y obras importantes relacionados con el cosmopolitismo, en los cuales se estudian con detenimiento aspectos claves sobre esta corriente.

En dichas obras se evalúan el cosmopolitismo cultural, económico, social, romántico, legal, moral y otros tipos que igualmente fueron objeto de estudio, además de relacionarlos con otras corrientes emergentes que rompieron con viejos paradigmas de otras épocas que se resistían a los cambios necesarios.

Reflexión

La sociología como ciencia debe estudiar a profundidad la realidad del siglo XXI, que conduzca a rectificar el tradicional objeto de estudio de esta rama del saber como una de las que hace un seguimiento continuo a las comunidades de individuos en áreas como lo social, cultural, económico y político.

Al respecto, debe hacer un monitoreo constante en las comunidades tanto locales como globales, en el comportamiento, evolución, desarrollo, etc., que se concibe como un tipo de Comunidad Universal, la cual alberga el concepto de cosmopolitismo en su conjunto.

De manera tal que en el cosmopolitismo como objeto de estudio se han encontrado importantes diferencias que corresponden a la transformación de la comunidad universal.

En la literatura

El cosmopolitismo también tuvo su impacto en la literatura. El criollismo había dominado la literatura hispanoamericana por un período de más de veinte años (1920-1945).

No obstante, al culminar la Segunda Guerra Mundial el cosmopolitismo desplazó al criollismo en casi todos los países, cuya corriente sigue existiendo en nuestros días. Sus promotores se basan en la estética, la psicología y la filosofía, dándole especial atención a la fantasía en el individuo y a la vida humana en general.

A Jorge Luis Borges se le considera el máximo exponente del cosmopolitismo en el continente americano, teniendo a Buenos Aires, Argentina, la capital de esta corriente. Otros autores son el venezolano Arturo Uslar Pietri, la chilena María Luisa Bombal, los mexicanos Juan Rulfo y Juan José Arreola, el cubano Ramón Ferreira, entre otros.

Es por las anteriores razones que el cosmopolitismo como corriente se ha mantenido en el tiempo desde el pasado siglo XX hasta nuestros días, por tener entre sus objetivos principales la unidad de las comunidades o su agrupación en un modelo único globalizado que es posible concretarlo en estos tiempos.

De allí que muchos hombres y mujeres del mundo contemporáneo estén trabajando arduamente en la consolidación de esta corriente con obras, libros y otro tipo material que está a disposición en librerías, bibliotecas y en el ciberespacio.