El regalismo fue un movimiento político y jurídico que se desarrolló en Europa, especialmente en España y Francia, a partir del siglo XV. Esta corriente de pensamiento defendía la primacía del poder real sobre el eclesiástico y la limitación de la autoridad del Papa en los asuntos civiles y políticos.
Para las órdenes religiosas, el regalismo significó una amenaza a su autonomía e independencia, ya que el Estado se arrogaba el derecho de decidir sobre cuestiones que antes correspondían exclusivamente a la Iglesia. A raíz de esto, muchos monarcas promovieron una política de control y vigilancia sobre los monjes y frailes, estableciendo regulaciones y normas que restringían su libertad de acción.
Además, el regalismo implicó una disminución de la influencia de la Iglesia en la vida social y política de la época, ya que los gobernantes intentaban imponer su autoridad sobre los obispos y otras figuras religiosas. En algunos países, como Francia, esta política se acentuó durante la Revolución Francesa, cuando se promulgó una ley que retiraba a la Iglesia todos sus bienes y propiedades.
A pesar de todo, la resistencia de las órdenes religiosas y de la Iglesia en general permitió que se mantuviera su presencia e influencia, aunque en muchos casos de forma más limitada. En cualquier caso, el regalismo tuvo un impacto profundo en la historia y en el desarrollo del cristianismo en Europa.