¿Qué es el pelagianismo actual?

El pelagianismo es una corriente de pensamiento que surgió en el siglo V y que sostiene que los seres humanos pueden lograr su propia salvación por medio de sus actos y sin la necesidad de la gracia divina. El pelagianismo actual se refiere a la persistencia de esta idea en la actualidad, tanto en el ámbito religioso como en el secular.

En el contexto religioso, el pelagianismo actual se manifiesta en algunas corrientes cristianas que enfatizan la importancia de las obras como medio de salvación. Estas corrientes sostienen que la gracia divina es un factor secundario en la salvación del ser humano, lo que contradice la doctrina cristiana tradicional que sostiene que la gracia divina es la única forma de alcanzar la salvación.

En el ámbito secular, el pelagianismo actual se manifiesta en algunas corrientes filosóficas y políticas que enfatizan la idea de que los seres humanos tienen la capacidad de cambiar su situación por sí mismos, sin la necesidad de factores externos o de la ayuda de un poder superior. Esta perspectiva se opone a la idea de que la situación de las personas está determinada por factores como la raza, la clase social o la estructura económica y política del país en el que viven.

A nivel personal, el pelagianismo actual puede llevar a una visión excesivamente optimista de las capacidades propias y una disminución de la importancia de la ayuda y el apoyo de otras personas y de factores externos en la consecución de metas y objetivos. Por otro lado, a nivel social y político, el pelagianismo actual puede llevar a ignorar la importancia de las políticas públicas y la intervención del Estado en la mejora de las condiciones de vida de las personas y la lucha contra la desigualdad y la exclusión.

¿Qué quiere decir la palabra pelagianismo?

El pelagianismo es una corriente teológica que se originó en el siglo IV y V, y cuyo nombre proviene del teólogo británico Pelagio.

Esta doctrina sostiene que el ser humano es capaz de alcanzar la santidad y la salvación por sus propios medios, sin necesidad de la gracia divina o la intervención de Dios.

En esta corriente, el pecado original no sería una mancha heredada de Adán y Eva, sino una debilidad moral que se va adquiriendo con las malas decisiones y acciones.

De esta forma, se argumenta que las personas pueden decidir libremente ser buenas o malas, y que Dios no interfiere en esa elección, sino que espera que las personas tomen las decisiones correctas para alcanzar la salvación.

El pelagianismo ha sido considerado como una herejía tanto por la Iglesia Católica como por otras denominaciones cristianas. San Agustín fue uno de los principales oponentes de esta doctrina, y argumentó que la bondad humana era corrompida por el pecado original y que la salvación solo podía ser alcanzada por la gracia divina.

¿Cuál fue la controversia pelagiana?

La controversia pelagiana fue uno de los debates más importantes en la Iglesia cristiana del siglo V. Pelagio, un monje británico, enseñó que los seres humanos pueden alcanzar la salvación a través de su propia voluntad, sin necesidad de la ayuda de la gracia divina o de la redención de Jesucristo.

Esta enseñanza contradecía la doctrina cristiana tradicional, que sostiene que la humanidad se encuentra gravemente afectada por el pecado original y que necesita de la ayuda sobrenatural para lograr la salvación. El obispo Aurelio Agustín de Hipona se distinguió como el principal oponente de Pelagio.

La controversia se extendió por toda la Iglesia cristiana y finalmente fue resuelta por el Concilio de Éfeso en 431 después de Cristo. El concilio declaró que la posición de Pelagio era herética y que la gracia divina es necesaria para la salvación.

Esta controversia tuvo un impacto duradero en la teología cristiana, ya que planteó preguntas fundamentales sobre la naturaleza del pecado, la forma en que se alcanza la salvación y el papel de la gracia divina en la vida de los seres humanos.

¿Que enseña el Semipelagianismo?

El Semipelagianismo es una doctrina teológica que surge en el siglo V d.C. y que sostiene que la salvación de la persona depende en cierta medida de su propia voluntad y esfuerzo. Este movimiento, que surgió en oposición al pelagianismo, sostiene que aunque la acción principal en la salvación es obra de Dios, el individuo también tiene un papel activo en ella.

A diferencia del pelagianismo, que afirmaba que el hombre podía alcanzar la salvación por sus propios medios, el semipelagianismo reconoce que la gracia divina es necesaria para la salvación. Sin embargo, sostiene que la iniciativa de salvación no corresponde únicamente a Dios y que el hombre tiene la capacidad de responder a la gracia divina.

El Semipelagianismo enseña que la voluntad humana tiene una capacidad natural de acoger o rechazar la gracia divina y que esta capacidad puede ser perfeccionada a través de los sacramentos y de la penitencia. De esta manera, el semipelagianismo promueve la idea de un esfuerzo colaborativo entre el hombre y Dios en la salvación.

Sin embargo, el Semipelagianismo ha sido objeto de críticas por parte de la Iglesia Católica y de la Iglesia Reformada, quienes argumentan que esta doctrina minimiza la soberanía divina y exalta la capacidad humana en la salvación. En lugar de ello, estas iglesias defienden la doctrina de la predestinación y la idea de que la salvación es un don absoluto de la gracia divina y no una obra colaborativa con el hombre.

En conclusión, el Semipelagianismo es una doctrina que enseña la capacidad del hombre de responder a la gracia divina y participar activamente en su propia salvación. Aunque ha sido objeto de críticas, esta teología sigue siendo relevante en el estudio de la historia de la Iglesia y de las diferentes corrientes teológicas que han surgido a lo largo del tiempo.

¿Qué es el pecado original según San Agustín?

San Agustín es uno de los teólogos más importantes de la Iglesia Católica, y una de sus teorías más conocidas es la del pecado original. Esta teoría sostiene que Adán y Eva, los primeros seres humanos creados por Dios, fueron tentados por Satanás y desobedecieron a Dios al comer del fruto prohibido del árbol del conocimiento del bien y del mal.

Debido a este acto de desobediencia, Adán y Eva perdieron su inocencia y desde entonces, todos los seres humanos nacen con una mancha en su alma llamada pecado original. Esta mancha nos hace propensos a cometer pecados y nos separa de Dios.

Según San Agustín, el pecado original es una herencia ancestral que se transmite de generación en generación. Todos los seres humanos, sin excepción, somos descendientes de Adán y Eva y, por lo tanto, llevamos en nuestro interior la semilla del pecado original. Solo a través del bautismo es posible purificar el alma y liberarse de esta mancha heredada.

En definitiva, el pecado original según San Agustín representa el inicio del mal y el sufrimiento en el mundo, y es visto como una de las consecuencias fundamentales de la desobediencia a Dios. Aún así, el teólogo defiende que Dios nunca nos abandona y ofrece su amor y su perdón a todos aquellos que se arrepienten y tratan de vivir según sus enseñanzas.